Álvaro Castro

Guía de Normandía

1. Palacios para soñar. La región es conocida por la cantidad de châteaux que visitar. Es la perfecta excursión para cultivarse en un día de otoño.

Châteaux de Carrouges. En los confines de Normandía y de Maine, el châteaux de Carrouges es por si mismo un resumen de siete siglos de historia. Fue construido en el XIV como fortaleza durante la Guerra de los Cien Años y en XVI fue transformado en vivienda. Está rodeado de fosos, y tras las sobrias fachadas de ladrillo rosado y granito, los aposentos conservan el atractivo de la mansión que fue en su día.
Chateau d’O. Lleva el nombre de la familia que lo hizo construir en el XV y en cuyas manos estuvo durante tres generaciones. La delicada decoración de sus interiores, los techos trabajados y el efecto óptico del enlace del ladrillo con la piedra aportan elegancia y encanto a este castillo.Dentro sus trampantojos y frescos son testigos del pasado y fuera el agua que lo rodea crea reflejos mágicos de sus espigados tejados.
2. Jardines donde perderse. Con historia, salvajes pero domesticados y con todo el encanto de ser rincones secretos. La comarca demuestra, una vez más, que en Francia, el paisajismo, se toma muy enserio.
Jardins de La Mansonnière. Se encuentra en el encantador pueblo de St Céneri-le-Gerei, muy cerca de Alençon (ver cuadro). Un gran jardín dividido en varias zonas en el que destaca la rosaleda, el jardín quieto (con cierta inspiración japonesa) o el jardín de las fragancias (lilas, jacinto, violetas, lirios, lavandas…). Todo rodeado de grandes sauces, robles, avellanos… y bellos estanques. Cuenta con un bar en el que se sirven zumos elaborados con productos biológicos. El jardín tiene una zona de huerto y de frutales.
Le jardin de la Petite Rochelle. Se encuentra en la población de Rémalard y es un espectáculo en cualquier época del año. Profuso en primavera y luminoso en otoño, dos de los mejores momentos para visitarlo. En 1976 Hélène d’Andlau hereda de su padre dos mansiones construidas en el XIX precedidos de un terreno antes dedicado al cultivo (luego abandonado) que se transforma entonces en jardín usando como punto de partida los árboles centenarios ya existentes.
3. Anticuarios con salón de té. Mucho más que cafés y mucho más que tiendas de antigüedades. Estos son algunos de los espacios-conceptos más especiales de la comarca.
Gustave (Bellême).Raphaël y Sebastien, como muchos, pasaron de ser visitantes de fin de semana a ser habitantes permanentes instalándose en esta casa del XVIII. En su tienda, estos “brocantes” modernos, escogen lo mejor del pasado para instalarlos en casas del presente. Además de sillas, mesas, consolas, sillones, marcos… de estilo gustaviano cuentan con un delicado salón de té en el que se sirven especialidades locales con sabor a tradición.
La Maison d’Horbé (La Perrière). La especialidad de la casa son las vajillas, platos, cristalerías… y todo lo que tenga que ver con el arte de poner la mesa. De hecho los brunch de la casa se sirven en ellos con todo el charme de antaño. Lo componen tés de la conocida Mariage Frères y delicatessen de Heriard así cómo otras creaciones, dulces y saladas, que se pueden consumir allí o se pueden llevar a casa o al campo para componer un picnic chic. Sólo abre los fines de semana y festivos.
La Grand Place. Tel 00 (33) 2 33 73 18 41.
4. Mercados locales. Principalmente de comestibles pero en ellos encontrarás anticuarios, puestos para coleccionistas (monedas, sellos…) y algunos artesanos.
El recorrido perfecto sería ir al de Alençon y al de Mortagne-au-Perche el sábado por la mañana y al de Bellême los jueves (también por la mañana).
5. Tiendas para gourmets. Vinos, quesos, chocolates… En Normandía se vive lo gourmet no como un acto especial sino una rutina diaria en la que alimentarse es un arte.
La Vie en Rouge. Conservas, especias, quesos, embutidos, mermeladas, pastas, aceites, mostazas… pero sobre todo vinos que seleccionan personalmente sus dueños Nicole y Philippe con la ayuda del especialista de la región Roland Sambor. Estupenda selección de lo mejor de los viñedos franceses (incluyendo champagnes de pequeños productores) con espacio degustación en los que picar alguna tapa maridada con alguna de sus botellas. Preparan cenas-degustación previa reserva.
6. Decorar con flores. Las flores forman parte de la decoración habitual de cualquier châteaux. Estos ejemplos te ayudarán a imitar su estilo de vuelta a casa.
Auguste (Alençon). Sus propietarios, Ludovic Liberge y Franck Couteau, se encargan de que los visitantes de esta tienda de decoración-floristería no se cansen cambiando la decoración mensualmente. Lleva el nombre del abuelo de Ludovic y atesora una buena colección de artículos modernos y antiguos, muchos de ellos dedicados a decorar jardines y terrazas. Son especialistas en flores de la región con los que elaboran los espectaculares centros de su espacio.
Boutique Gabrielle Feuillard (Bellême). En esta floristería también se venden objetos de decoración, de nuevo, muy relacionadas con los jardines de estilo “chateaux”. Cuenta con una buena selección de plantas y flores con los que elabora arreglos, centros, decoraciones, ramos… espectaculares. Esta considerada “la floristería” de la comarca.
Rue Ville Close, 6. Tel 00 (33) 2 33 73 18 41.
7. Las mejores mesas. Los restaurantes de la zona son tan trendy como los de las grandes ciudades pero impera ese aire tranquilo y rústico (pero de hoy en día) que tanto se estila en la comarca. Los platos siguen ese “buen gusto” entre tradicional y actual.
Rive Droite (Alençon). EN LA IMAGEN. De los mismos dueños que nuestro querido hotel Chateau Saint Paterne (www.chateau-saintpaterne.com) este nuevo restaurante se ha transformado pronto en un must. Entendemos las razones. Por una parte el precioso edificio que lo acoge (del XVIII) fue sede del museo del bordado (ver cuadro) lo que le da un aire especial. Por otra, en su interior, colores, texturas y mobiliarios que juegan a lo retro y a lo moderno por partes iguales. Christophe Renou, acostumbrado a trabajar con grandes estrellas Michelin, es el chef que se encarga de preparar platos regionales, franceses y mediterráneos pero con un twist actual. Cuenta con salones privados (como su salón chino), terraza (con vistas al río), biblioteca y salón de té (ellos le llaman Le Salón Rose) con bar y tienda gastronómica.
La Villa Fol Avril (Moutiers-au-Perche). Una carta sencilla y gustosa basada en productos regionales y de estación son los fuertes de este restaurante que también cuenta con hotel. Entre sus especialidades están las sardinas a la parrilla con parmesano, las brochetas de gambas y hortalizas crujientes, el medallón de foie gras casero, el filete a la provenzal o la tarta tatin con caramelo y mantequilla salada. Una delicia.
8. Artesanos contemporáneos.En la comarca la artesanía es mucho más que un viejo oficio. Aquí se estila el investigar y usar las técnicas tradicionales para crear objetos actuales. Buenos ejemplos son Thierry Sore (http://girouettesdumage.over-blog.com) que elabora veletas en el pueblo de Le Mage y José Esteves (Tel. +33 233 83 87 29) que diseña objetos-esculturas-lámparas en metal en el pueblo de Igé (cerca de Bellême). Por su parte la artista Catherine Gouny (www.catherine-gouny.fr) ha trabajado como estilista y ha sido colaboradora de varias firmas de decoración como Habitat o Baccarat. Desde el 2000, instalada en la Perche, se ha centrado en la pintura y es conocida por sus trabajos como trampantojos en el que recupera con guiños actuales un oficio del pasado.
Tradiciones locales.
El encaje de Alençon es único en el mundo tanto es así que es uno de los Bienes Intangibles de la Humanidad según la UNESCO. Es una técnica artesanal y manual muy compleja en la que se invierte mucho tiempo (unas siete horas por cada centímetro cuadrado) y cuyos productores (enseñados por maestros de manera oral y sólo a través de la práctica) necesitan entre 7 y 10 años para lograr aprenderla. Existe el Musee des Beaux Arts et de la Dentelle (Museo de las Bellas Artes y el encaje)en el que, además de explicar los pasos de su proceso creativo y divulgar esta técnica, se venden estos productos. También se pueden adquirir en la mencionada tienda Auguste.
Los caballos percherones (el nombre viene dado por la zona de Le Perche) son otro de los atractivos locales. En el châteaux de Haras Du Pin se realizan visitas a los coches de caballos, las cuadras, un museo sobre la anatomía y la vida de los caballos, exposiciones de arte ecuestre, exhibiciones de doma y un largo etcétera equino.
No te lo pierdas.
Saint-Céneri-le-Gérei es un pequeño pueblo de sólo 150 habitantes que se ubica en el límite del departamento del Orne y de la baja Normandía. Forma parte del Parc Naturel Régional Normandie-Maine (junto con el de Le Perche el más importante de la región, ambos deben explorarse). Se funda en el siglo VII, entre el XI y el XII se construye su iglesia y su castillo, lugar de violentos combates durante la Guerra de los Cien Años. La Revolución y los pintores del XIX forman parte de la historia local que se conserva a través de edificios históricos restaurados en los años 50 y 60. Un pueblecito de cuento que merece visita y que ostenta el título de Plus Beaux Villages de France (una de las villas más bellas de Francia). www.saintceneri.org